El modelo de experiencia que plantea la exposición Frontera, añadió Zegarra, puede cerrarse en un cruce de subjetividades, entre artista, curador y memoria colectiva. “La exposición reúne propuestas de artistas que exploran estas temáticas en sus procesos de producción, evocando distintas experiencias inscritas en un cuerpo arquitectónico. El montaje integra las obras al espacio de exhibición a través de una caligrafía que distribuye las piezas como signos interrelacionados dentro un horizonte discursivo y espacial”, precisó.
Entre las obras que se pueden apreciar en esta impecable muestra figuran Orilla (2006), cuadro de Christian Bendayán que desde una estética camp muestra la languidez de un ser mitológico andrógino que se ofrece a nuestra mirada voyeurista. En Babel Paradise (2005), impresión digital y serigrafía de Alfredo Márquez, se exhibe un despliegue gráfico de paisajes encontrados en un horizonte de violencia y destrucción, desde una estética pop que no por paródica deja de encerrar una realidad espeluznante.
La fotografía también está presente en Frontera. En Construyendo el imaginario (2007), Nicole Franchy presenta una perspectiva racional cercana al trabajo de artistas como Thomas Struth, Andreas Gursky o Candida Hofer. Se trata de un simulacro digital que superpone distintos registros de una misma porción de territorio en el tiempo, poniendo en evidencia la temporalidad de nuestras percepciones. Distintas aproximaciones a un paisaje susceptible a ser transformado en el recorrido.
Finalmente, el ensayo fotográfico Chuniqwasi (2005), de Natalia Iguiñiz, si bien hace referencia directa a episodios del conflicto armado en Ayacucho, también alude a un tratamiento distinto de la fotografía en el registro del paisaje. Iguiñiz explora los territorios fronterizos entre el registro social y el elemento estético presente en una foto de arquitectura y de paisaje.